Cuando la división de Magna en Sabinas, México, abrió sus puertas a los empleados con deficiencia auditiva hace 15 años, creó un entorno en el que se aceptan las diferencias como catalizadores del crecimiento, el aprendizaje y la innovación para todos. En la actualidad, hay ocho empleados con deficiencia auditiva en la planta donde se fabrican sistemas de asientos para la industria automotriz de todo el mundo.
Los beneficios mutuos se abrieron cuando supervisores como Diana Laura Sánchez, que puede oír, mostraron su interés por aprender el lenguaje de señas en español y recurrieron a los empleados con deficiencia auditiva de la planta para que le enseñaran.
"El primer día me enseñaron el abecedario en lenguaje de señas", recuerda Sánchez. “Al día siguiente me preguntaron: ‘¿Qué has aprendido?’ La primera frase que aprendí en lenguaje de señas fue para pedir permiso para ir al baño. Al final del mes, ya podíamos comunicarnos de forma efectiva".